CONCLUSIÓN
Con todos estos
relatos, he podido sentirme identificada cuando estas profesoras y profesores
cuentan que no sólo les gustaban los niños, sino que querían ser Maestros y
Maestras. Cuando estaba en el instituto pensaba que quería estudiar Magisterio
Infantil porque quería ser la que enseñase a las futuras mentes, a leer,
escribir,… porque ese cariño que se coge a una profesora no se olvida. Yo aún
recuerdo a mi Maestra de preescolar, Luci, y que empezábamos a trabajar algo
parecido a los rincones de ahora.
En todos los
relatos se resalta la importancia de la familia. Creo que, hasta hace poco,
ninguno de mis compañeros ni yo hemos sido conscientes de la importancia que
puede tener la familia en todas las etapas de educación, pero sobretodo en
Infantil, ya que son una figura de apego de gran importancia. Por ello pienso
que es vital mantener una buena relación con las familias.
También me he
sorprendido con el relato de Mercé (la clase Canguro), ya que parece increíble
como unos niños de 4 ó 5 años puedan hacer cosas tan grandes. Además, con las
historias de Consuelo y Bárbara, he visto la realidad de tener una verdadera
vocación, de querer estudiar lo mejor para saber darles una adecuada educación
a los pequeños. Me sorprende cómo ahora nosotros estudiamos todo ello que estas
mujeres fueron creando, aunque en ningún sitio se las reconozca.
Por todo ello,
si encontrase a alguien que tuviera dudas sobre ser Maestro, le recomendaría
este libro, ya que a través de las vivencias de otros podemos observar la
pasión que despiertan estos pequeños.
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